El imparable avance de las nuevas tecnologías ha supuesto una revolución también en el ámbito de la salud. Entre la multitud de aplicaciones y dispositivos capaces hoy en día de monitorizar nuestra actividad, tienen una posición de ventaja los relojes inteligentes o smartwatches, que cada vez incorporan más funcionalidades en materia de prevención de enfermedades.
Muchos esfuerzos de los diseñadores de estos aparatos se concentran en las dolencias cardiacas, ya que es el tipo de enfermedad que más muertes provoca y mayor pérdida de calidad de vida ocasiona. Buenos ejemplos son los modelos Apple Watch de las series 4 y 5, capaces de hacer sencillos electrocardiogramas (ECG) con los electrodos que incorporan en sus cristales traseros.
Cuando el reloj cayó en las manos de Miguel Ángel Cobos, cardiólogo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, descubrió que se le podía sacar aún más jugo. Gracias al método que ha ideado, bastan tres mediciones del smartwatch para conseguir unos resultados prácticamente idénticos a los que arroja un electrocardiógrafo convencional, que precisa doce mediciones. Estas corresponden a lo que se conocen como derivaciones, o sea, vistas del corazón desde distintos ángulos.
En septiembre de 2018, Jeff Williams, jefe de operaciones de Apple, anunciaba la nueva función de sus relojes inteligentes, los Apple Watch. Teóricamente, solo detectan fibrilaciones auriculares –un tipo de arritmia–, pero pueden ampliarse sus utilidades.
Con esas pautas, un aparato de apenas treinta gramos se convierte en una herramienta que, además de manejable, es tan fiable como para diagnosticar infartos. El usuario con síntomas podría transmitir de forma rápida sus registros a un profesional médico capacitado para interpretarlos.
Para realizar un autoECG, Cobos propone seguir estas sencillas instrucciones:
Derivación D1. Es para la que está diseñado el dispositivo. Lo colocamos en la muñeca izquierda y tocamos la corona con un dedo de la mano derecha. Aguantamos con este gesto treinta segundos, y el electro obtenido es enviado al móvil.
Derivación D2. Ponemos el reloj sobre una pierna y lo pulsamos de nuevo con un dedo de la mano derecha. Así obtenemos la información de lo que está pasando en el corazón desde su parte superior hasta la inferior.
Derivación D3. Ubicamos el Apple Watch en el borde izquierdo del esternón, en la zona de unión con las costillas. Con el dorso del reloj contra el tórax, volvemos a tocar con la mano derecha para obtener una medición muy similar a la D2.
En el futuro, quizá los propios dispositivos móviles emitan respuestas orientativas sobre los resultados de un ECG realizado con este método. Según indica el propio Cobos, los sistemas de inteligencia artificial serían los que alertarían a los usuarios sobre la necesidad de acudir al médico.