Las semanas de la moda llevaban décadas preescribiendo lo que la escena trap ha confirmado: que la altura costura debería convivir con lo excesivo; también conocido como chabacano.

Cada vez resulta menos sorprendente que una celebridad combine sin inmutarse prêt-à-porter con uñas infinitas, coloraciones muy poco discretas, joyas tamaño maxi y zapatillas de lujo. Virgil Abloh, director creativo de Off-White y director de artístico de la línea de hombre de Louis Vuitton, pronosticó que el final de la ropa urbana había llegado, después de años de sudaderas oversized, capuchas y muchas camisetas.

Pero desde que Abloh retire de su armario su ingente colección de ropa desenfadada hasta que lo haga el resto de la población hay un largo camino, y en las alfombras rojas resulta difícil renunciar a este maridaje que, de manera inevitable, funciona. La otra opción es recurrir a los tradicionales vestidos de noche y, en el caso de los hombres, a los esmóquines.

Así que cada vez que las nuevas masculinidades (y feminidades) se cuestionan con siluetas más ambiguas o, al menos no tan evidentes, el público lo recibe como un soplo de aire fresco: pensamos en Timothée Chalamet, que se plantó en la ceremonia de los Oscar con un esmoquin-chándal de Prada, pero también en Brooklyn Beckham o en Anwar Hadid, hermano de Bella y Gigi.

Y una de las que no tiene pensado renunciar a su estilo baggie es Billie Eilish, que ha sido cuestionada hasta el infinito por sus elecciones a la hora de vestir, al parecer, poco ortodoxas. Esta vez, para asistir a la ceremonia de los Oscar, la cantante optó por un conjunto varias tallas más grande que la suya, de Chanel.

Un total look blanco de tweed; un material, del que los jóvenes siempre han huido y al que ella le ha sabido eliminar cualquier rastro de querencia british con uñas postizas negras, sus características mechas verdes, anillos y muchísima actitud. Porque no todo el mundo sería capaz de defender una combinación así, pero Billie es experta.

Horas después, entonó ‘Yesterday’, de The Beatles, durante el bloque ‘In Memoriam’, con su hermano Finneas O’Connell al piano, ataviada con un estilismo negro de Gucci, menos irreverente pero igual de fresco.

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